domingo, 27 de septiembre de 2009

Efímera existencia


Un instante, un momento, un minuto, segundo, una pausa. Un tic-tac de reloj, un adiós, una perdida a un amigo. Duran un tiempo despreciable, insignificante para nosotros. Pero hay otras cosas que duran poco, que ven acortada su vida por circunstancias excepcionales. Como un boli BIC en época de exámenes. Algo tan tosco y vulgar como un boli BIC, te muestra el tiempo que perdemos (o ganamos, no lo tengo claro) haciendo lo que se supone que debemos hacer. En este caso estudiar. Un verano, una mesa y muchas horas, mucha fuerza de voluntad. Y mientras el BIC desangrándose, luchando contra la Innombrable II, con el único fin de superarla, de ganar a ese conglomerado de conocimientos, hace tiempo aprehendidos, pero que se resiste a sucumbir el día del exámen. Toda esa lucha, ese esfuerzo y sacrificio (apenas duró quince días el maldito boli, agotado de tanto integrar) no dan lugar a ninguna recompensa, más bien al contrario. Frustración.

Un momento, un instante, un segundo, fue lo que duró ese bolígrafo BIC peleandose contra esa maldita, que no da su brazo a torcer. Un segundo, un momento, un instante, en que se dió todo, para no recibir nada. Pero esta fue la última vez. No volveré a jugar limpio contra la Innombrable II, porque ella nunca ha jugado limpio conmigo.