jueves, 27 de noviembre de 2008

LECTURAS: La Nueva Mente del Emperador (Roger Penrose)

Hace tiempo ya que G había terminado este libro, y no lo había quitado siquiera de la sección de libros que se está leyendo. Pero ya sabéis lo rápido que pasa todo (y si no leeros la entrada anterior De la Rapidez de las Cosas) ... Según creo G no tenía intención de hacer un resumen del libro, pero en vista de que en La Cochiquera está el dios Odín haciéndolo, ¡quizá así G y yo cojamos la costumbre de llevar esto al día!

Pues seré yo el que escriba esto (en realidad siempre lo escribo yo, porque parece que los alter ego, de informática van pez). Así que vamos a por ello:
en este libro, básicamente se plantea si realmente sería posible diseñar una inteligencia artificial con nuestra tecnología y conocimientos, tal y como pregonan muchas voces. Aquí, el amigo Penrose, demuestra porqué forma parte de la plantilla del Dream Team de la liguilla de la ciencia actual: propone que con la matemática algorítmica (si amigos, esto es "divulgación" dura) no podríamos reproducir el funcionamiento del cerebro, siquiera de forma aproximada.

Este es el planteamiento inicial. ¿Estaré ante el típico libro de "divagación científica" y filosófica entretenido, pero sin sentido o conclusión final? se preguntó el inocente de G de Galleta. NO. El coleguita Penrose, hace un análisis profundo, interesante y potente de la matemática, informática ("teórica" si es que existe el término), y neurología actual y apoya su opinión en fuertes argumentos basados en HECHOS conocidos y aceptados. Su opinión es que no se puede desarrollar una máquina con cierta conciencia, por el sencillo motivo de que nuestro cerebro debe trabajar de una forma no algorítmica para ser tal y como es. Para deducir esto, no duda en entrar de lleno en neurociencia, y (ATENCIÓN) introducir la mecánica cuántica para indagar de qué forma puede afectar al funcionamiento cerebral. La conclusión es que, salvo que se desarrollasen ordenadores que funcionasen de forma no algorítmica (quizá los futuros ordenadores cuánticos podrían actuar de esta manera) no podremos aproximarnos de forma efectiva a una consciencia artificial.

Desde luego, es uno de los libros de "divulgación" más interesantes que me he leído (justo después de que acabase G, lo pillé con bastantes ganas) pero hay que estar preparados. Penrose no es magnánimo con aquellos no familiarizados con la física y la matemática, y aunque es cierto que las fórmulas se pueden obviar sin perder el hilo fundamental del libro, los argumentos y razonamientos que utiliza, son propios de estas dos ciencias. De esta forma, alguien que no sepa mucho de esto, necesitará buenas dosis de paciencia y mucha voluntad para acabarse el libro habiéndolo entendido. Como muestra de lo que acabo de decir, existe una sección en la que relaciona la posible relación de la cuántica y la gravitación (si amigos, este tío es la hostia) con el funcionamiento cerebral. Para ello, introduce ideas (que no fórmulas, cosa que agradecemos señor Penrose) de geometría diferencial, y juguetea con el concepto del gravitón. No explico bien a qué se refiere, porque ni G ni yo lo hemos entendido del todo.

En cualquier caso, es un libro interesante y muy bueno, que encantará a quienes tengan cierta soltura con las mates (y cierto interés en este tema de la IA) y a quienes no teniéndola, tengan moral suficiente para insistir en la lectura del mismo.

Hasta la próxima entrega de este blog, que versará sobre los descubrimientos de G acerca del Feng Shui y todo el negocio que se han montado por aquí, por Occidente. Saludos y galletas!!

domingo, 16 de noviembre de 2008

De la Rapidez de las Cosas


Pues ha pasado tiempo desde que escribí la última entrada. Y lo cierto es que esta que estais leyendo la empecé a madurar poco después de volver de Londres, pero como siempre, las cosas urgentes superan a las importantes, así que se quedó en borrador. Las cosas han ido rápido y la pereza ha sido fuerte. Da miedo darse cuenta de cómo todo se acelera, los proyectos se convierten en logros (o fracasos, vaya) y de repente han pasado 3 meses.

Recapitulemos. Yo andaba por Londres, aprendiendo inglés, y aprendiendo lo sólo que se puede sentir uno en un país extraño. Como dije, era un gran experimento. Porque además uno se adapta, encuentra su sitio, aunque no sea muy cómodo. Por eso no volví a escribir, porque encontré un poco mi sitio y ahí me quedé disfrutándolo lo mejor posible. No tenía Internet, y era muy complicado conseguirlo. Así que el blog se convirtió en secundario. Por otro lado, no volví a ver a G hasta volver de allí, porque según parece le aburrió al quinto día. Creo que en poco tiempo ha vivido mucho más que yo.



Londres es una gran ciudad, porque es muy grande, y es una gran ciudad gris, porque es muy gris. Qué le van a hacer, apenas les da el sol. Y estoy seguro que el carácter de los anglosajones está muy influenciado por el clima. No tienen el concepto de vida de calle, y están encorsetados en un montón de convenciones sociales que les obligan a distanciarse y ser fríos. Y cuando se toman dos copas pasa lo que pasa, que se rompen todos esos tabúes, se desinhiben y se desmadran, se pelean, se emborrachan y pierden el control... pero luego resulta que los "delincuentes" somos los españoles (los latinos en general). La hipocresía vertebra esa gran nación que es Inglaterra.



Sin embargo, la ciudad es bonita. Está construída para ser bonita así, con su clima y con su "grisez". Contra ese cielo encapotado resaltan sorprendentemente los dorados del parlamento y de los adornos del Big Ben... Y cuando me quise dar cuenta, estaba aquí escribiendo esta entrada un 16 de Noviembre.

Las cosas van rápido, pero sólo las que no queremos. En determinados momentos de nuestra vida, le contaba a G, tenemos la sensación de que el tiempo se escapa de nuestras manos, de que desperdiciamos oportunidades y momentos, sin ni siquiera darnos cuenta. Hasta que ya es tarde.

"Sí, sé a lo que te refieres. Como cuando estas viendo El Hormiguero y de repente se acaba, y te das cuenta de que como estabas cenando, no has estado todo lo atento que querrías, ¿no?"

Desde luego, este alter ego está un pelín perdido. No sé si será frivolidad o ingenuidad absoluta... Pero le dejo tranquilo. Hacía mucho que no pasaba una tarde con él. Ha estado lejos este tiempo. Yo he estado lejos de él... y de mí, creo. Y por eso ahora todo parece que ha pasado muy rápido. Como el verano, como Londres. Con perspectiva, ha sido la experiencia más importante del verano (y puede que de mucho tiempo), y como vengo explicando en esta entrada un poco caótica que estoy vomitando aquí, ha pasado demasiado rápido.

Sin apenas mirarme, y como distraído, salta G de Galleta y dice: "Las grandes experiencias, las que enseñan de verdad, tienen que ser asimiladas y maduradas. Por cobran importancia una vez han pasado, y no mientras se viven".

Es imposible que haya estado leyendo lo que estaba escribiendo, pero su comentario ha sido más que acertado... A veces creo que juega conmigo a hacerse el ingenuo para sorprenderme con cosas como esta. ¿Serán así todos los alter-ego? Quién lo sabe...